24 marzo 2006

UN NUEVO MUNDO, UNA NUEVA PERSONA - por CARL ROGERS


Nuestro mundo está sufriendo una angustiante confusión. Esto bien puede ser la desintegración que precede a la destrucción de nuestra cultura, como consecuencia de una guerra nuclear suicida. No podemos desechar la posibilidad de que estemos aproximándonos a nuestra desaparición. Si ese fuera el caso, creo yo, no habría mucho por decir. Sería tarea para los arqueólogos de un lejano futuro el diagnosticar nuestra enfermedad fatal. Visto de otro modo, el actual caos, el desequilibrio, la confusión, la desintegración de las instituciones y de los gobiernos, sean quizás los dolores provocados por un mundo en gestación. Hay muchas razones para creer que sufrimos los dolores de parto de una nueva era. De ser así, estamos participando también en el nacimiento de un nuevo ser humano, capaz de vivir en esa nueva era, en ese mundo transformado. Es esta posibilidad la que deseo considerar.

¿Cuál es la razón por la cual nosotros, como individuos, como naciones, como culturas, estamos experimentando trastornos semejantes? Estoy convencido de que se debe a una cantidad de significativos cambios de paradigma, que están aconteciendo simultáneamente.Lo inevitable de tales cambios ha hecho estremecer los cimientos de nuestra existencia física, psicológica, económica y espiritual. En cada época hay una visión del mundo generalmente aceptada, un patrón según el cual tanto el científico como el lego explican la realidad así como la perciben. Hoy, en diversas áreas, nos confrontamos no con uno sino con varios cambios de paradigma inevitables. Los antiguos modelos se han desvanecido y esto nos tiene inquietos e indecisos. La realidad como la hemos conocido, el mundo de la materia, el tiempo, el espacio ha dejado de existir, al menos en un sentido fundamental. Nos confrontamos con una misteriosa realidad de energías oscilantes que se manifiestan de manera extravagante. Es ésta una realidad de interconexiones casi místicas, de relaciones que emparentan a todas las entidades, ya sean animadas o inanimadas. Como señalara un gran científico "el universo no se asemeja ya a una gran máquina; se parece más bien a una gran idea".

Y al intentar comprender un universo que es una idea, nos embarga un temor no exento de respeto. Pero la ciencia, que ha sido nuestra principal herramienta para la comprensión, está sufriendo cambios igualmente sorprendentes. Nuestra visión del mundo mediante la perspectiva científica lineal de causa-efecto ha sido excesivamente sobrevalorada. Esta ciencia es vista hoy como parte de una noción mucho más amplia.

El mundo, en especial, el mundo biológico, es considerado comprensible sólo en el contexto de causas y efectos en mutua interacción. El conocimiento se ha tornado mucho más complejo. Además, la tan mencionada ley de entropía, del deterioro, es aceptada sólo como una de las caras de la moneda. La otra cara, más brillante, es una tendencia formativa, una capacidad para el cambio creativo y repentino hacia nuevos y más complejos estados.

La hermosa simplicidad de la ciencia se ha convertido en una "ciencia de la complejidad" que se asemejan más a las nociones de los místicos de Oriente que a la mecánica newtoniana. El hombre mismo no puede seguir siendo considerado como una gran computadora, un manojo mecánico de estímulos y respuestas. Nuestra concepción de la persona se enfrenta a drásticos cambios. Tal persona posee potencialidades inimaginadas hasta ahora. La inteligencia no consciente del ser humano demuestra vastísimas capacidades.

Puede controlar funciones corporales, puede curar enfermedades, puede crear nuevas realidades. Puede adentrarse en el futuro, ver cosas a enorme distancia, transmitir ideas directamente.

Tal persona está logrando tanto una nueva conciencia de su fortaleza y poder, como el reconocimiento de que lo único constante en la vida es el proceso de cambio.Todo indica que debemos percibir al individuo como una persona en constante transformación, una persona trascendente. Este es un nuevo mundo hacia el que inevitablemente nos desplazamos. Un mundo en el cual la realidad, según la hemos conocido, ha desaparecido; en el cual la ciencia, según la hemos conocido, se ha tornado parte de una totalidad mucho más misteriosa y mística; en el cual el individuo como máquina comprensible de músculos, nervios y cerebro, ha cedido su lugar a un misterioso ser con increíbles capacidades y en constante transformación.

No es de extrañar entonces que estemos confusos, entre arrogantes y aterrorizados, caóticos en nuestras intenciones, en medio de cambios sociales que parecen fuera de nuestro control. Nos confrontamos a una combinación de cambios de paradigma que puede ser más poderosa que todo lo hasta hoy conocido en la historia del hombre. Las posibilidades tanto de quebrantamiento como de una existencia plenamente creativa son enormes.

Una nueva persona

¿Quiénes serán capaces de vivir en este nuevo mundo, completamente diferente? Creo que serán aquellos jóvenes de mente y espíritu. Ellos serán los capacitados para vivir en el mundo del mañana, acompañados por adultos que hayan comprendido los conceptos de semejante transformación. No todos, por supuesto.

Oigo decir que la juventud actual sólo está interesada en el empleo y la seguridad, que no son personas que se arriesguen e innoven, tan sólo conservadores en pos del "primer puesto". Posiblemente sea así en parte, pero ciertamente no lo es respecto de la gente joven con la que yo tengo contacto. Estoy seguro que muchos continuarán viviendo en el mundo actual y sólo un grupo limitado lo hará en este nuevo mundo del mañana.


¿De dónde provendrán? Observo que ya han comenzado a nacer. ¿Dónde los he encontrado? Entre los ejecutivos que han abandonado la carrera de ratas y desdeñado las tentaciones de los altos salarios y las finanzas para vivir una nueva vida, mucho más sencilla.

Los encuentro entre hombres y mujeres que desafían la mayoría de los valores de la cultura actual para vivir según nuevas maneras.

Los encuentro entre sacerdotes, monjas y, ministros religiosos que han dejado atrás los dogmas de sus religiones, para vivir de un modo que tenga mayor significado. Los encuentro entre las mujeres que vigorosas se alzan por encima de las limitaciones que la sociedad les impone. Entre las minorías que están emergiendo, después de generaciones de pasividad, a una vida más afirmativa y positiva. Los encuentro entre aquellos que han participado de experiencias grupales, hallando un lugar para los sentimientos, así como para los pensamientos en sus vidas. Los encuentro entre los estudiantes creativos, que han abandonado las escuelas para encontrar metas más elevadas que las permitidas para una estéril escolarización. Los encuentro gestándose en los talleres internacionales e interculturales que han sido parte destacable de mi pasado inmediato.

Allí, en un ambiente centrado en la persona, están desarrollando un sentido de comunidad basado en la confianza y el respeto, creando armonía en la diversidad, una armonía que caracteriza a este nuevo mundo. Están tejiendo redes de enlace interculturales del tipo que Marilyn Ferguson (1980) ha descrito intensamente. Es por cierto una "conspiración acuariana" en que la multitud de gente congenial de todo el mundo está "conspirando" junta, respirando junta, descubriendo que perciben la vida de un modo fundamentalmente nuevo.

Sus cualidades

Al estar en contacto con estos individuos, he hallado ciertos rasgos en común. Tal vez ninguno de ellos posea todas estas cualidades juntas, pero creo que la habilidad para vivir en este extremadamente revolucionado mundo del mañana, está definida por ciertas características. Describiré algunas brevemente, según yo la he percibido y experimentado. Tales personas viven la vida como un proceso, como un torrente de energía, una transformación. La vida rígida, estática, no les atrae. Viven en una confortable relación con la naturaleza, un responsable parentesco con el entorno. La "conquista de la naturaleza" les resulta un concepto aborrecible. Estas personas consideran que el poder sobre los demás es simplemente otra forma de conquista, igualmente aborrecible e inaceptable. Su meta es reforzar el poder del individuo, compartir el poder en proyectos comunes. Como una faceta de su parentesco con la naturaleza, experimentan su parentesco con las demás personas. Esta relación sienta las bases para la conformación de comunidades a escala humana y para afrontar con flexibilidad los problemas comunes. Estas personas rehúsan vivir en un mundo compartimentalizado: cuerpo y mente, salud y enfermedad, intelecto y sentimientos, ciencia y sentido común; grupo e individuo, cordura y locura, trabajo y esparcimiento. Luchan más bien por una vida totalizadora, donde pensamiento, sentimiento, energía física, energía psíquica y energía curativa estén integrados en la experiencia. Tales individuos son fundamentalmente indiferentes a las posesiones materiales, al confort y a las recompensas. El dinero y los símbolos del status material no son su meta. Son investigadores, su búsqueda es, por naturaleza, esencialmente espiritual. Son conscientes y están influenciados por ritmos del universo. Están a sus anchas con la energía psíquica, con las experiencias místicas y meditativas. Desean hallar un propósito y un sentido que trascienda lo individual. Estas personas están abiertas al mundo interior y exterior. Están abiertas a la experiencia, a nuevos modos de percibir, a nuevas maneras de ser, nuevos conceptos e ideas y a un nuevamente descubierto mundo de sentimientos. Encuentro que estas personas valoran la comunicación como un medio para juzgar las cosas como son. Rechazan la hipocresía, el engaño y la ambigüedad de nuestra cultura. Estas personas son solícitas, deseosas de ayudar a todos cuando hay necesidad. La suya es una atención gentil, sutil, no moralista. Desconfían de los profesionales de la ayuda. Tales individuos manifiestan su antipatía por cualquier institución burocrática, inflexible y sumamente estructurada. Consideran que las instituciones han de existir para la gente y no lo contrario. Estas personas confían en sus propias experiencias y desconfían profundamente de la autoridad externa. Hacen sus propios juicios morales aun desobedeciendo aquellas leyes que consideran injustas.

Su vida está fundamentada en una filosofía coherente: una confianza básica en la naturaleza, constructiva del organismo humano, el respeto por la integridad de cada persona, la convicción de que la libertad de elección es esencial para una existencia plena, la creencia en que la comunicación armoniosa entre los individuos puede ser favorecida, un reconocimiento de lo esencial que es la comunidad íntima para el desarrollo de nuestra vida. Estas son algunas características que observo en estas nacientes personas nuevas. Soy bien consciente que pocos individuos poseen todas estas características y sé que estoy describiendo a una pequeña minoría del total de la población. Lo sorprendente es que personas con tales características se sentirán muy cómodas en un mundo que consiste sólo en energías vibrantes, un mundo sin bases sólidas, un mundo en el cual la mente, en su sentido más amplio, sea simultáneamente consciente y creadora de la nueva realidad. Serán capaces de vivir con los diversos cambios de paradigma.

¿Podrán sobrevivir?

La tasa de mortalidad infantil entre quienes se diferencian tajantemente de sus culturas, los que llevan en sí mismos el fermento de una revolución de los estilos de vida, ha sido siempre bastante alta. ¿Podrán sobrevivir estas nuevas personas? Sin duda, se enfrentarán con una considerable oposición. En ciertas culturas serán oprimidos y se intentará suprimirlos de diversas maneras. Significarán una amenaza para las organizaciones burocráticas (el estado, por ejemplo) puesto que sus valores son diferentes, porque pretenden participar en las decisiones que los afectan, porque se reservan el derecho de elaborar sus propios criterios éticos. Serán menospreciados por la mayoría de nuestras instituciones educativas, pues tales personas otorgan a los sentimientos la misma importancia que al intelecto, porque desafían las tradiciones y por lo tanto no pueden ser convertidos en dóciles conformistas.

Serán un rompecabezas para las corporaciones y el mundo de los negocios, pues no aceptan ser controlados mediante promociones en las escalas de salarios y porque, para ellos, las personas tienen prioridad a los beneficios materiales. Serán inadaptados en esta cultura tecnológica que enfatiza su intento de adaptar al hombre a la máquina y pretende devorar a todo lo natural, para escupir luego los subproductos tóxicos sin ninguna consideración para con las generaciones venideras.

Las nuevas personas incomodarán enormemente a los seguros poseedores de la verdad. El "verdadero creyente", sea un dogmático de izquierda o de derecha, no puede aceptar ni comprender a la persona abierta siempre en la búsqueda, porque no cree poseer todas las verdades. Tales personas asustarán a muchos de nosotros, pues presagian cambios radicales y la posibilidad de cambio provoca el terror y la furia de muchos. No; las nuevas personas no tendrán una época fácil. Su infancia será un tiempo de esfuerzos y penas. Pero poseen un elemento que alimentará su fortaleza. Es el hecho de estar del lado del futuro; pueden vivir cómodamente ante la perspectiva de cambios fantásticos. La física teórica no podrá ser suprimida. El bio-feedback tenderá a progresar, no a desaparecer. Los conocimientos sobre modos de desarrollar el potencial humano seguirán acrecentándose. Los nuevos métodos científicos no se vaporizarán. Los grandes cambios en nuestra percepción del universo están aquí. Nos desafiarán querámoslo o no. Nos cambiarán. Y aquellos que logren desenvolverse en tales nuevos modelos, tendrán una gran oportunidad de supervivencia. A menos que nos autodestruyamos; nos deslizaremos inevitablemente hacia un mundo nuevo, a pesar de todas las actuales perturbaciones. Desearía bocetar mi sueño por muy idealista que parezca acerca del mundo hacia el que nos dirigimos. Este nuevo mundo será más humano y humanitario. Explorará y desarrollará la riqueza y capacidades del espíritu humano. Generará individuos más integrados y totales. Será un mundo que valore a la persona, el más grande de nuestros recursos. Será un mundo más natural, con un renovado amor y respeto por la naturaleza. Desarrollará una ciencia más compleja y más humana, basada en nuevos y menos rígidos conceptos. Su tecnología estará encaminada a mejorar al ser humano, antes que a explotar la naturaleza y a las personas. Liberará la creatividad a medida que los individuos confirmen su poder, sus capacidades, su libertad.

Los vientos de cambio cultural, social y científico están soplando vigorosamente. Las enormes perturbaciones de la sociedad contemporánea forzarán la transformación hacia un sistema nuevo, más coherente. Un renovado amor por la naturaleza y por cada persona, una comprensión de la unidad espiritual del universo, parecen emerger con esa nueva visión del mundo. Avizoro un mundo donde haya un lugar para una persona más completa e integral. Esta es, al menos, mi más profunda esperanza.