Por Leonardo Boff
1 Sept 2006
Hace pocas semanas me ocupé de tres libros aterradores. El primero, del astrónomo inglés Martin Rees, Hora final, el desastre ambiental amenaza el futuro de la Humanidad. El segundo, La venganza de Gaia, del astrofísico y médico James Lovelock, formulador de la teoría de la Tierra como superorganismo vivo: Gaia. Y el tercero, El informe de la CIA: cómo será el mundo en el 2020. Los dos primeros asustan porque nos llaman la atención por la sistemática violencia que nuestra cultura hoy mundializada, con su nivel de producción y consumo, está llevando a cabo contra la Tierra, los ecosistemas, en fin, contra la vida. Podemos no estar de acuerdo con su pesimismo de base, como si estuviéramos en la «última hora» (Rees) o «en estado de coma» (Lovelock), pero los datos que presentan son objetivos y merecen ser tomados en serio para que no lleguemos demasiado tarde a buscar las salidas. En ambos se nota amor a la vida, preocupación por la Tierra y cuidado para el ser humano.
Totalmente distinto es el tercer libro «Informe de la CIA», fruto de los análisis de los considerados los «25 mayores especialistas de una variada gama de disciplinas» y de los tres mayores «futuristas», además de otras fuentes de información. En ellos se ve lo que es la ceguera del pensamiento único, lo que implica la creencia de que no hay alternativa al sistema imperante y al materialismo más craso de la decadente cultura occidentaloide estadounidense. Aquí estamos ante la completa idiotización del poder. Como dirían los alemanes, tales especialistas son unos completos «Fachidioten», idiotas especializados. Sólo saben de poder. No saben nada de Tierra, de ecología, de ecosistemas, de límites de sostenibilidad de la naturaleza. Estas palabras no aparecen en todo el libro.
Parecen verdaderos ETs: imposible imaginar en qué planeta viven, pues no dicen nada de lo que es importante e indispensable para vivir: tener un poco de comida garantizada para todos, un poco de agua potable, un aire sufriblemente respirable y una solidaridad mínima para salvar nuestro sentido de humanidad. En ese libro, todo esto no existe. Y si por casualidad aparece, es únicamente por su importancia económica. No existen, sobre todo, las poblaciones humanas, los miles de millones de hambrientos y sedientos, los sindicatos, los movimientos sociales, los grupos de resistencia mundial, los altermundistas y los que luchan por otro tipo de humanidad.
Entonces, ¿qué es lo que existe? Voluntad de poder, de más poder, y solamente de poder, económico, militar, político y tecnológico. Se trata fundamentalmente de enumerar los peligros y desafíos a los que la potencia imperial, Estados Unidos, deberá enfrentarse hasta los años 2020 y qué posibles panoramas se pueden adivinar. Los temas casi obsesivos, que vuelven una y otra vez, son la emergencia de China y de India como potencias mundiales que darán un rostro asiático a la globalización, el terrorismo islámico, las armas nucleares, biológicas y químicas accesibles a pequeños grupos, las pandemias como el sida y el envejecimiento creciente de los países centrales, y la caída de su población. Al final, a pesar de todas las amenazas, permanecerá la hegemonía estadounidense.
Estos futurólogos dan miedo y necesitamos estar atentos a las estrategias que trazan porque pueden llevarnos, irresistiblemente, al peor panorama para el planeta Tierra. Me acordé del salmo 2: «los señores de la Tierra conspiran, unidos. Pero Aquel que habita en los cielos se ríe», pues sabe cuán frágil es su poder de plasmar y conducir la historia».