El término lo empezamos a escuchar en los medios de comunicación cuando EE.UU. se preparaba a invadir Afganistán. Los Warlords son estructuras de poder nacidas en la guerra y para la guerra, y cuya única manera de vivir y enriquecerse es perpetuar la guerra; con un poco de suerte, los mismos señores de la guerra son los que se hacen con el control de la ayuda internacional, creando toda una red clientelar. El señor de la guerra controla su territorio, como si de un señor feudal se tratara: da protección a quien en ellos habita, ellos le dan sostén económico, y a sobrevivir todos.
El Señor de la Guerra, película protagonizada por Nicolas Cage, no va de esto; en esta película, el Señor de la Guerra es un traficante de armas ucraniano (Yuri Orlov, no confundir con el activista de los Derechos Humanos) que inicia su andadura comercial en los inicios de los 80. Vemos la evolución del mercado ilegal de armas con la caída de la Unión Soviética, al abrirse al expolio el arsenal de la exigua potencia. Desde los populares Kalashnikov, pasando por mísiles, hasta llegar a helicópteros de combate: todo tiene un precio de compra y otro de venta.
Su mejor cliente es un tal André Baptiste, ficticio presidente de Liberia. El personaje no es otro que el sanguinario el presidente liberiano Charles Taylor, que se mantuvo en el poder hasta que empezó a incomodar. Refugiado primero en Nigería, fue puesto a disposición de la ONU en Monrovia, para que fuera transferido al tribunal de La Haya donde será juzgado por los crímenes de guerra en Sierra Leona. No puede elegirse otro continente mejor que el africano, y otro país que Liberia, para desarrollar esta película, por sus infinitas guerras olvidadas, con el consabido y consentido comercio de armas que enriquece a todo el mundo.
Precisamente, el Kalashnikov es el arma que con mayor alegría desfila por la pantalla. No es para menos, ya que es el arma más popular del mundo, por su versatilidad, su fácil manejo, su relativa ligereza y sobre todo porque mata muy barato: en Irak, donde la demanda es alta, te puedes hacer con uno de ellos por solo 75 dólares, unos 60 euros, lo que se gastan algunos en un fin de semana. El Kalashnikov es tan popular que es el arma que podemos ver blandiendo en Somalia, Sierra Leona, Liberia, Palestina, Irak, Afganistán y resto de guerras así como flanqueando a Osama Bin Laden es sus videos.
De las frases escuchadas en la película me quedo con estas:
- Hay un arma por cada doce personas en el planeta. La única cuestión es cómo armamos a los otros 11. (Yuri Orlov)
- Sobre el Kalashnikov: de todas las armas del vasto arsenal soviético no hay otra más rentable que la Avtomat Kalashnikova modelo de 1947, comúnmente conocida como la AK-47, o Kalashnikov. Una elegante y simple aleación de cuatro kilos de acero forzado y contrachapado, que no se rompe, no se encasquilla y no se calienta. Puede ser disparada aunque este recubierta de barro o llena de arena. Es tan fácil que hasta un niño la puede usar y las usan. Los soviéticos pusieron este arma en una moneda. Mozambique la puso en su bandera. Después del final de la guerra fría, el Kalashnikov se ha convertido en la mayor exportación del pueblo ruso, después del vodka, el caviar y los novelistas suicidas. Una cosa es segura, nadie haría cola para comprar sus coches. (Yuri Orlov)
- Vendo [armas] a la Izquierda y a la Derecha. También a los pacifistas, pero no son los clientes más regulares. (Yuri Orlov)
- Las balas cambian más rápido los gobiernos que los votos. (Frase del traficante Simeon Weisz)
- Creo que hay labores más prestigiosas. Controlar los aresenales nucleares. Pensaras que son más críticas para la seguridad del mundo. Pero no es así. Nueve de cada diez víctimas de guerra son asesinadas con rifles de asaltos o armas ligeras, como las tuyas. Esos misiles nucleares permanecerán en sus silos. Tus AK-47 son realmente el arma de destruccióm masiva. (el agente Valentine de la INTERPOL al traficante Yuri Orlov)
El único fallo que le veo a la película es la voz que ha doblado a Nicolas Cage, con reminiscencias a Forrest Gump. Es una película que hay que ver; es una denuncia de la realidad del comercio internacional de armas, en una línea del cine estadounidense que comienza a cuestionarse el orden anárquico mundial, con películas como esta o como Syriana. Además es una película apoyada por la propia Aministía Internacional. Autor de este texto: M. Atitar de la Fuente (Madrid, España - tomado de su blog)