Desde el 4 de diciembre de 2003, una visión original promovida desde las sierras de Córdoba por la astróloga Ludovica Squirru y centrada en la propuesta de refundar espiritualmente a la Argentina, impulsa la aventura de reimaginar nuestro país, transitando el desafío de concretar habilidades creativas e integrar a una nueva generación para el liderazgo. Su punto de partida sostiene que los argentinos cambien la queja perpetua, los enfrentamientos institucionalizados y los lamentos crónicos por el ejercicio de un poder generativo y práctico de lo colectivamente heredado y de lo propio singular. Entre el cultivo de su huerta y la redacción de su popular horóscopo chino, el pasado 4 de diciembre Ludovica reunió a 200 personas en Córdoba para conmemorar la iniciativa. Allí registramos el siguiente diálogo, que desembocó en Ixchel, deidad maya creadora, con influencia sobre las mareas, las lluvias copiosas y la menstruación. Y que, por lo tanto, era patrona de la fecundidad, la procreación, el nacimiento de los niños, la adivinación y el tejido.
¿Qué es la fundación?
—Fue una inspiración que tuve viviendo en Traslasierra, exactamente en Las Rabonas, mirando el cielo durante muchas noches y días. Y un día sentí que había que imaginar a la Argentina desde una perspectiva galáctica y astrológica favorable, cosa que no había ocurrido, porque el 9 de julio de 1816 fue una fecha puesta desde el plano político, social y económico de la Argentina, pero nadie pensó en fundar una nación bien aspectada como han hecho las grandes culturas y civilizaciones: los egipcios, mayas, chinos, indios… E inclusive en los Estados Unidos fue muy estudiada la fecha del 4 de julio de 1776, con gente de la kabalah, numerólogos, astrólogos, para tener una aspectación hacia un nuevo destino. Acá no pasó eso. Hice bastante investigación de lo que había pasado el 9 de julio y no hay ningún documento donde hubiera algún tipo de asesoramiento en el plano astrológico, ni numerológico, y por eso fue muy mala la fecha: luna llena en oposición al Sol. Así, el eterno enfrentamiento del gobierno con el pueblo a través de todos estos años, sin posibilidad de una participación democrática ni de evolución. Y eso lo fui sintiendo a través de todo mi trabajo de hacer las predicciones basadas en el I Ching, y me di cuenta de que siempre salía el mismo hexagrama, el número 18: el “Trabajo en lo echado a perder”.
Ludovica Squirru en Traslasierra.
Durante siete años se repetía el mismo hexagrama cuando yo hacía las predicciones para la Argentina. Y si bien es un hexagrama bastante creativo, porque dice que si se pudre un fruto por los gusanos que lo comen, eso pasa como abono a la tierra y a partir de ese abono nace una nueva semilla, siempre que seas consciente de los errores que has cometido, y los puedas enmendar. Sentí que en la Argentina no éramos conscientes de la razón por la cual habíamos nacido como pueblo y nación. Y a partir de esa inspiración, me dije: no alcanza con lo mío (mi visión de la astrología china), tengo que convocar a gente especialista en otras cosmovisiones. De hecho, mi trayectoria por el mundo maya fue un gran aporte en mi vida, para que se me abriera el otro hemisferio del cerebro. Entonces, lo convoqué a Carlos Barrios (con quien escribí un libro sobre los mayas y las profecías), a Juan Namuncurá (que es un representante del mundo mapuche) y a Ana Tarántola (desde el punto de vista asirio y caldeo), para que fueran cuatro cosmovisiones e implantarlas desde el plano galáctico; ahí surge la idea de la fundación.
¿Qué matices se te impusieron una vez que sedimentó esa visión, es decir, cuál fue el preludio que condujo a la convocatoria? Por cierto que se trata de una propuesta atípica en una república que parece vivir en estado de velorio permanente.
—Sobre todo, me di cuenta de que me tenía que fundar yo nuevamente, a mí misma. Porque, en el fondo, la fundación es eso: que cada persona sea consciente de reformular su vida y de ver donde estábamos parados en ese momento en el plano histórico, cronológico, espiritual y real de la vida; por empezar, la mía. Me di cuenta de que yo me tenía que fundar nuevamente. Porque si bien eso coincidió con una edad –46, 47 años– que podemos llamar “balance de vida” o “crisis existencial”, advertí que estaba pagando realmente un precio carísimo, como ocurre cuando una toca estas dimensiones. Quizá estos años hayan sido los más difíciles de mi vida, como ser humano, como mujer, para seguir viva. Soy una persona con un gran poder intuitivo, lo he desarrollado, y en general todas mis intuiciones las concreto, las bajo a la tierra, pero también sé lo que cuesta eso.
El peaje fue caro, y el de la fundación muy caro. ¿Por qué? Porque para una persona como yo, que está en este país, principalmente encasillada en el horóscopo chino y en eso de ser una best-seller, en vez de quedarme en lo que hago surge la certeza interna que todo eso es lo más leve que me pasa. Sin embargo, a la hora de poder difundirlo, decirlo, a mí se me escucha con un oído, no con los dos. Es demasiado que esta idea haya surgido de mí, como un proyecto para todo un país, para todas las personas, no de acá, sino de Latinoamérica y del mundo. Hace poco fui de gira al Uruguay; entre las causalidades y sincronicidades que me pasaron fue llegar, y al día siguiente recibir el diario debajo de la puerta del hotel y leer que el ex presidente Sanguinetti estaba proponiendo en el congreso el cambio de fecha de la fundación del Uruguay. Porque había hecho estudios y consultas, y los legisladores tenían una confusión increíble sobre si había sido el 18 de julio la fecha de la independencia, o el 25 de agosto. Nadie sabía si era porque Artigas y la Banda Oriental se habían separado de Portugal, de la Argentina o de España. Nadie sabía nada. Y a partir de eso Sanguinetti está proponiendo en Uruguay una nueva fecha histórica de fundación para el país.
Ana Tarántola, Miguel Grinberg y Ludovica Squirru. Fundación, 4 de diciembre de 2005.
Eso me pasó. Por supuesto, lo llamé para contarle de la que venimos, de lo que se hizo acá en la Argentina, y darle la idea de apoyarlos desde el punto de vista astrológico y fundacional cuando elijan una fecha. Sanguinetti se quedó atónito, no lo podía creer. Por supuesto, hablé sobre el tema en todos los programas de radio y TV en Montevideo. Es convergente, es algo que necesitamos en toda Latinoamérica, precisamos refundarnos en cada país o nación. Tiene que ver con un repaso, con un ciclo de tiempo nuevo, que no es solamente lo histórico, sino de los seres humanos que ahora estamos sobre la faz de la tierra, diciendo quiénes somos, hacia dónde vamos, qué es esto, y por qué tenemos que seguir atados a un pasado al cual no pertenecemos. Nada tuvimos que ver con esa fecha en la cual se declaró la independencia –fecha que se puede compartir o no– pero que no tiene resonancia con el momento actual de un ser humano en el planeta; y si se es argentino, más. Creo que lo mío fue una idea o una visión que empezó a destapar velos y a encontrar gente como vos, que se acercaron al fogón, y muchos otros con una resonancia increíble. Y ahí estamos en ese fluir, en ese Tao, en ese camino. Ya estoy absolutamente relajada y tranquila, porque lo que venga, todo es Tao. No me importa lo que digan o lo que no digan. Yo sé lo que es esto. Y sé lo que está pasando con esto.
Entonces, ¿cómo fue el primer 4 de diciembre?
—Fue como cuando tenés 15 años y hacés un picnic en primavera, y todo es entusiasmo y decís que esto va a salir bien porque somos unos locos. Logré que viniera Charly García a tocar en el medio del campo. Lo convencí y le encantó la idea, y después vino a tocar el himno nacional al centro cultural La Plaza cuando hicimos la presentación en Buenos Aires. Está también de por medio el tema femenino. Las mujeres somos más valientes, porque somos menos prejuiciosas que los hombres. Aunque además de Ana Tarántola estaba Juan Namuncurá, que expuso muy bien su ideario mapuche, su arte y su filosofía. Si no hubiera concurrido nadie, igual yo sigo; este es mi cuento y no lo cambio. Y si estás adelantada mil años o cien, no es mi problema. También lo estuvo Solari Parravicini, y lo estuvo muchísima gente del mundo, y los consideraban locos. Yo trato de encontrar los auxiliares cósmicos y terrenales, los que somos de la misma tribu para protegernos, para seguir adelante.
La diosa maya Ixchel. Traslasierra.
Repasemos entonces lo revelador de los 4 de diciembre ya celebrados, como fecha elegida para la fundación espiritual de la Argentina.
—La fundación me ha dado la lección más grande de mi vida, porque capté que cuando tuve la idea y la bajamos a la realidad, la filmamos y empezamos a sacarla al mundo, yo tenía que atravesar el Ganges. Y fueron estos dos años los más difíciles de mi vida. La fundación me miraba y me decía: “¿Viste, nena, que todo empieza por uno?”. Entonces, cuando cocinás tu vida en serio, ahí podés seguir bien parada en un proyecto. Ahora, desmalecé la vida y vivo en un mundo absolutamente real. Voy a seguir con esta bandera porque se ha convertido en mi vida. No está separada, no es “una actividad aparte”. Este año, como tercer aniversario, se sumó la revelación que tuve en la isla Mujeres (México), regida por Ixchel, la diosa maya de la fertilidad, el tejido y la abundancia. Una vez en el santuario descubro que la diosa no está, que la robaron y reemplazaron con esculturas fálicas espantosas. Me sentí ultrajada. Y me dije: “quiero restaurar esto como energía femenina, como equilibrio, como armonización”.
Entonces le pedí a Manuel Álvarez, un artista maravilloso que vive en Traslasierra, que con un pedazo de algarrobo del campo tallara una imagen de una diosa, y salió esa belleza que el pasado diciembre alojamos en lo alto de una montaña en El Nono. Por eso, a los buscadores desorientados de aquí y ahora les digo que es el tiempo de vivir poéticamente, de escuchar la intuición, esa locura que tuvimos todos cuando fuimos tan jóvenes, cuando nos sentíamos tan solos, tan abandonados, con sueños que eran “pecados mortales”. Busquen dentro de ustedes cuál es el llamado, cuál es la vocación, sin escuchar mandatos, prepotencias, dogmas, ni nada, porque es lo único que en la vida da sentido a la existencia. Si saben que en un momento dado tienen la posibilidad de escucharlo, asuman que con eso pueden ganarse la vida, pueden comer, si lo llevan a cabo y se convierte en la verdad en sus vidas, en sus corazones, hasta que encuentren la llave que abre el encuentro con uno mismo. Creo que en esta era tenemos que trabajar para hacer las paces con nosotros mismos, reconciliarnos con nuestra naturaleza, con nuestra vida y nuestras encarnaciones, y poder compartir lo mejor de ese fruto con quienes estemos en el camino.
(El HOROSCOPO CHINO 2007 de Ludovica Squirru ya fue distribuido a nivel nacional en la Argentina y otros países hispanoparlantes)
AGITACIÓN FUNDACIONAL URUGUAYA
Consideraciones del Dr. Julio Ma. Sanguinetti elevadas a la Comisión de Educación y Cultura del Senado del Uruguay, el 15 de diciembre de 2005.
“La imposibilidad de una mirada histórica unánime no puede inhibir, no debe inhibir, la necesidad de una nación de configurar sus bases fundamentales en los elementos de identidad reconocidos por todos. De allí que sea fundamental la instauración de ciertas fechas nacionales, así como la consagración de símbolos, himnos, escudos y banderas. No son aquéllas conservadoras evocaciones nostálgicas ni estos últimos apenas imágenes vacías. Representan principios, valores, que se ponen por encima de los ciudadanos como identificatorios de una nación que ha elegido el camino de la democracia.
“Nuestro Uruguay, ya no tan joven, adolece aún de esos debates, aunque ha encontrado en la figura de Artigas y su gesta el gran elemento unificador. Él, sin embargo, no se refleja claramente en nuestra simbología, aún poblada de equívocos. En este caso, estamos planteando el de la Fecha Nacional, conocida como Día de la Independencia, que se celebra el 25 de agosto desde 1860, pese a que hoy por hoy es considerado por la mayoría de los historiadores y juristas como un momento significativo en nuestra historia pero que marca más nuestra soberanía provincial y su consiguiente adhesión a la pertenencia argentina que a nuestra autonomía nacional. Nuestros niños aprenden en la escuela el culto patrio celebrando esa fecha, pero generalmente se hunden en una curiosa perplejidad cuando los estudios secundarios les llevan a leer las tres leyes célebres, que les muestran ese día como un acto de independencia ante Brasil, pero una reincorporación sin condiciones a lo que hoy es la Argentina. Cada profesor con que hablamos nos señala esa circunstancia. Aun para quienes idolatran esa fecha, está claro que ni es el comienzo ni el final del proceso de independencia. Lo grave del tema es que el ciudadano en formación ya nace a la vida cívica con la sensación de un equívoco, de un error, de que lo que celebra, aún valioso, no deja de ser un error histórico, a partir de lo cual se instala en su mente una nota de incredulidad sobre el país mismo. ¿No habrá llegado, entonces, el momento, de replantearse el tema, asumir con madurez un debate al respecto y fijar una fecha nacional que nos una a todos y no sea materia de controversia?”.